jueves, enero 02, 2003

¿Política de salud, Multinacionales y Globalización?:

Para comprender un poco más la relación entre concepto de salud, intereses farmacéuticos y comerciales, es interesante referirse a un artículo publicado recientemente por The Ecologist para España y Latinoamérica el 1 de Enero del 2003.

¨La obsesión "higienizante" de la sociedad tecnocientífica es muy rentable para las grandes corporaciones farmacéuticas.
Ahora bien, salvo algunos éxitos concretos, esta enorme inversión no parece muy justificada.
Es más, algunos analistas señalan que el uso y abuso de antibióticos podría tener, a corto plazo, consecuencias devastadoras para toda la Humanidad.
Una vez más, el ciego afán de lucro de unos pocos pone en peligro la vida de millones de personas.
En la actualidad, no pasa ni una semana sin noticias sobre la guerra que la industria empezó hace años contra los microbios.
Entre los últimos acontecimientos destacados podemos citar: una compañía estadounidense especializada en el transporte de productos alimentarios comercializa a partir de ahora un tomate que sólo "ha sido tocado una vez"; la Food and Drug Administration (FDA) estadounidense lanza un programa de investigación sobre la seguridad sanitaria de quesos; un gran fabricante de productos de higiene bucal financia una campaña de promoción a gran escala para sus tiras antibacterianas del tamaño del pulgar, que se aplican sobre la lengua, añadiéndose a los 700 productos de cuidados bucales ya en el mercado... ¡Anotemos, por último, una publicidad en la televisión, que pasa a una hora de gran audiencia, de un nuevo champú antibacteriano pensado para eliminar los microbios que nuestros animales domésticos dejan en las alfombras y moquetas!
NADA EXCEPCIONAL
Estas batallas contra los microbios no tienen, sin embargo, nada excepcional.
Desde que el vínculo entre microbios y enfermedades contagiosas fue establecido hace un siglo, los hombres no han parado de intensificar la lucha contra los microbios, con la esperanza de que éstos pertenecerían un día definitivamente al pasado.
Las batallas ganadas tal como la victoria sobre la polio y la caída espectacular de la mortalidad infantil en Occidente, así como la erradicación de la viruela, han acelerado las cosas.
Pero los recientes fracasos están ahí para recordarnos que no hay que bajar nunca la guardia. En la guerra contra los microbios, nunca se va bastante lejos, diría la voz de la ¿sabiduría? comercial...Sin embargo, esta concepción de los microbios es muy reduccionista. Porque los microbios están en todas partes: en la tierra, en el agua y en el aire. Pueden vivir privados de oxígeno, en el ácido, en el petróleo y en el azufre. Son también capaces de colonizar casi todas las superficies artificiales.
Últimamente se estima la totalidad de la biomasa microbiana como muy superior a la de cualquier otra forma de vida (1). Los microbios constituyen una parte importante de nuestro propio cuerpo y son el producto de miles, incluso de millones de años de co-evolución.
Nos protegen de otros microbios más agresivos e interactúan también con nuestras propias células, de una manera sutil y crucial que empezamos justo a descubrir.A pesar de la opinión extendida, no pueden ser considerados como enteramente buenos o del todo malos, inofensivos o mortales.
Un microbio mortal para tal persona puede muy bien no revelarse perjudicial para otra; el mismo microbio inofensivo, un día, podría llegar a ser perjudicial al día siguiente para el mismo huésped.
Cualquier persona en buena salud es susceptible de llevar microbios que pueden causar úlceras de estómago, neumonías, fiebres, diarreas, envenenamientos de sangre, meningitis... la lista es infinita.
Dicho de otra manera, enfocamos habitualmente sólo un aspecto de los microbios: su carácter infeccioso, pero no queremos saber en qué les debemos también nuestra buena salud.
En efecto, para nosotros la infección por el microbio es sinónimo de enfermedad. Sin embargo, si fuera efectivamente el caso, estaríamos todos muertos en este momento. En una palabra, llevando una guerra sin remisión contra los microbios... nos estamos equivocando.
Al aseptizar nuestro entorno, ponemos en peligro relaciones vitales…
UNA REFLEXIÓN PROFUNDA
El gran misterio ha sido saber cómo el cuerpo puede tolerar esta cohabitación.
Después de todo, numerosos microbios que viven en el cuerpo tienen estrecha semejanza con patógenos conocidos en el entorno, y muchos provocan una reacción inmunitaria cuando emigran de una parte del cuerpo a otra. Muchos de entre ellos portan liposacáridos, moléculas de superficie que se cuentan entre los más potentes estimuladores de reacción inmunitaria de la actividad celular descubiertos hasta la fecha. En estos últimos años nuevas herramientas han permitido a los biólogos sondear interacciones celulares más complejas que las que conducen a la enfermedad, es decir las interacciones entre un huésped y sus simbiosis.
Han descubierto que tales relaciones entre las especies parecen ser de naturaleza química donde cada uno de los protagonistas envía señales que activan los genes del otro… …Un indicio clave vino de trabajos realizados sobre otra relación simbiótica.
Algunos investigadores han identificado docenas de genes que participan en los intercambios entre las células de la raíz de algunas leguminosas y su bacteria residente, fijando el nitrógeno. Cuando la bacteria coloniza el huésped, las células de la raíz se ponen a fabricar nódulos en los cuales la bacteria puede vivir (17). Otro indicio vino de las modificaciones conocidas en animales de laboratorio criados en incubadoras. Estos animales, pretendidamente sin microbios y que crecen sin ninguno de sus microbios habituales, son muy diferentes de sus congéneres, particularmente en lo que concierne a su morfología intestinal. Para los ratones, por ejemplo, las células que tapizan la pared del intestino ciego, bolsa situada al principio del intestino grueso, producen en un momento dado células de naturaleza diferente con funciones especializadas. En los ratones sin microbios esta diferencia no se produce y el tejido del intestino ciego conserva un aspecto fino y elástico.
De ello resulta que la materia fecal no se desplaza normalmente en el tubo digestivo, sino que, al contrario, se acumula hasta formar una hinchazón en la membrana cecal. El intestino ciego de un ratón sin microbios puede así llegar a ser 10 veces más grande que el de un ratón normal (18)… … Se hizo una primera prueba de la observación de la fragilidad de los ratones sin microbios, que sucumbían fácilmente a infecciones que no tenían efecto en otros ratones. Ello condujo a estudios que demostraban que los microbios residentes proporcionan una protección fuerte contra los patógenos exteriores (22 a 27). En uno de estos estudios, un ratón sin microbios murió después de haber ingerido dosis de Listeria monocytogenes que contenían solamente 100 células de este mismo microbio (28).
La manera que tienen los "buenos" microbios de proteger el cuerpo no está establecida claramente. Se sabe que los humanos adquieren ácidos grasos y vitaminas indispensables a través de los subproductos de los microbios residentes. Uno de estos subproductos, la vitamina K, es un elemento esencial en la coagulación de la sangre.Otra manera de actuar que tienen los residentes para protegernos remite a la lucha entre microbios para apropiarse de los primeros organismos multicelulares. En efecto, los virus que han evolucionado con los hombres tienen más facilidad para ocupar las celdas del cuerpo. Dicho de otra manera, simplemente ya no hay más sitio para los patógenos, acontecimiento de apariencia trivial, aunque es ya la primera fase de infección por microbios presentes en el medio. Este fenómeno se ha podido establecer gracias a experiencias recientes en cultivos de laboratorio que estimulan el ecosistema intestinal.
Desde el momento en que los grupos microbianos han alcanzado un equilibrio es muy difícil de introducir entre ellos nuevas especies. Mejor aún, se ha probado que los virus residentes juegan un papel activo en la primera línea de defensa del cuerpo. Esta defensa se ejerce gracias a la fabricación y a la producción de moléculas que, en los cultivos de laboratorio, inhiben el crecimiento de microbios potencialmente peligrosos, lo que llevaría a probar que los primeros luchan para defender el cuerpo… …Otros trabajos han demostrado que los estreptococos orales inhiben el desarrollo del estreptococo neumoniae, al origen de la neumonía y del estreptococo pyogenes, al origen del dolor de garganta.
Algunos comparan este fenómeno a una carrera de armas químicas entre el virus en el cuerpo y los virus que le rodean. "Es un mundo invisible del cual no sospechábamos la existencia antes de estos dos últimos años", dice Page Caufield, microbiólogo en la Universidad de Alabama.
SISTEMA INMUNITARIO
…Además, la presencia de microbios normales parece fortalecer el sistema inmunitario. Hay pruebas en las comparaciones entre ratones sin microbios y ratones normales.
En los primeros el sistema inmunitario subdesarrollado está caracterizado por la ausencia casi total de células inflamatorias de la lámina propia (una de las tres cepas que compone el tubo digestivo desde la boca hasta el ano), un número menor de células plasmáticas produciendo anticuerpos y menos placas de Peyer, órganos linfoides y secundarios repartidos en el intestino en el que las células inmunitarias interactúan (30), (31).
Animales sin microbios tardan más en elaborar una defensa inmunitaria y en cicatrizar después de la vacuna (32).

ANTIBIÓTICOS Y TRASTORNOS DEL EQUILIBRIO CORPORAL
Esta concepción de la enfermedad está ilustrada más adelante con lo que se produce en el cuerpo, acto seguido a la toma de antibióticos, que tiene sobre los ecosistemas microbianos el efecto de una bomba.
Desde que estos medicamentos "milagro" fueron introducidos, los médicos se han familiarizado con la letanía de problemas que surgen con su ingesta.
Uno de ellos es el Pseudomembranus colitis, desorden intestinal que atacó a personas de edad, sobre todo en los hospitales, durante los años setenta. Después de varias muertes, los investigadores acabaron por descubrir que su causa era el Clostridium difficile, un miembro de la microflora normal.
En cantidad escasa este organismo vive en paz en nuestro cuerpo. Pero si su virulencia no está contrarrestada por competidores se desarrolla y segrega una toxina potente que transforma la membrana intestinal en un montón de células muertas, afección mortal si no es tratada (33).
FACTORES ECOLÓGICOS DE LA ENFERMEDAD
Algunos investigadores intentan actualmente estudiar sobre la manera en que los cambios en los factores ecológicos pueden alterar la microflora, y exponer el cuerpo aún más a las enfermedades. En 1999, científicos holandeses (35) hicieron una serie de experimentos con ratones para ver cómo el régimen alimentario afecta a la flora indígena del animal y su sensibilidad a la salmonelosis.
Una colonización acrecentada de lactobacilos provocó un incremento en la absorción de fosfato de calcio. Estos animales no manifestaron ninguna señal de enfermedad cuando fueron contaminados por dosis de salmonela que enfermaron a otro grupo de ratones alimentados de manera diferente.
Las hormonas del estrés son quizás otro factor ecológico que contribuye a la integridad de los ecosistemas microbianos del cuerpo. Estos últimos años se ha probado que el estrés psicológico y la emoción pueden influir en la gravedad de la hemorragia gástrica, la diarrea crónica y otros desórdenes digestivos vinculados con patógenos en las personas. Los científicos saben también que los animales enferman cuando viven muchos confinados en pequeños espacios; esa situación estresante provoca la reacción de microbios que, antes de la cría intensiva de animales, habían sido siempre inofensivos.
La opinión compartida es que estos fenómenos son debidos a las hormonas del estrés que, o bien ahogan el sistema inmunitario, o bien dan a los microbios invasores una virulencia acrecentada. Recientemente, Michael Bailey, estudiante diplomado de la Universidad de Wisconsin en Madison, se preguntó si el problema no podría, al contrario, ser vinculado con la alteración de la ecología microbiana en reacción a niveles hormonales perturbados.
EXCESOS EN LA GUERRA CONTRA LOS MICROBIOS
Lo que temen Abigail Salyers, y tantos otros, es que este equilibrio se vea amenazado, ironía del destino, por la guerra contra los microbios.
Los hombres del mundo desarrollado son, desde luego, hoy en día más limpios de lo que nunca se ha sido jamás en la historia de nuestra especie. Los gusanos parásitos del intestino han sido erradicados de casi todos nosotros en el mundo desarrollado.
El contacto con los protozoos, grupo muy variado de microbios que comprenden la ameba y el paramecio, ha sido ya reducido gracias al tratamiento del agua y de los alimentos. La tendencia es a alegrarse y ver en ello una victoria en la guerra contra los microbios. Pero, por varias razones, mejor sería preocuparse.
Una de ellas es que esta coexistencia pacífica con algunos microbios depende de la duración de la exposición, puesto que los humanos permanecen menos vulnerables dependiendo de si han sido infectados al principio de su existencia. Ello podría, según algunos, explicar el misterioso aumento en el mundo desarrollado de la poliomielitis paralítica al principio del siglo XIX y de las úlceras de estómago hoy en día.
Se sabe que el virus de la poliomielitis (40) y HP (41) eran corrientemente difundidos e inofensivos en el pasado. Aunque una mejor higiene ha reducido la expansión de los microbios, un mayor número de personas se han visto infectadas más tarde en su vida. Esta higiene ha contribuido a modificar los efectos que estos microbios podían tener sobre el sistema inmunitario, transformando una cohabitación apacible en una cohabitación mortal.
Si es éste el caso, tales amenazas pueden provenir de los numerosos microbios que viven pacíficamente en tal población y concretizarse en el caso de una higiene demasiado meticulosa.
CÁNCERES
Otro problema es que los excesos en la guerra contra los microbios afectan la flora autóctona, al igual que los antibióticos, pero de manera más sutil y más duradera.
Los investigadores piensan que la erradicación de HP es el origen de nuevos problemas de úlceras, de reflejos gastrointestinales, que pueden conducir a cánceres.
Tanto es así que eliminar un miembro de la flora autóctona, problemático en condiciones anormales, es arriesgarse a provocar perturbaciones cuando se haya restablecido la situación. En 1995 se constató que las duchas vaginales provocaban una forma de vaginitis (inflamación de la mucosa vaginal) en la que unos lactobacilos son sustituidos por una variedad de organismos responsables de infecciones graves del aparato genital superior y de partos prematuros.

MICROBIOS Y ALERGIAS
Hacia 1970, se tuvo un esbozo de estos vínculos, al constatar que las alergias eran más escasas en las regiones infestadas con gusanos parásitos (48), (49). John Turton, inmunólogo en el Medical Research Council, puso al día un fenómeno que iba a figurar entre los más extraños en los anales de los descubrimientos científicos.
En efecto, había notado la ausencia de sus habituales rinitis del heno durante dos veranos con invasión de anquilostoma (gusano nematodo, parásito del intestino delgado), condiciones que experimentó luego en su casa, criando larvas del gusano (50).
El tema tomó más amplitud en 1989 cuando David Strachan, epidemiólogo en el London School of Higiene and Tropical Medecine, investigó sobre los expedientes de 14.000 ciudadanos británicos y descubrió que la frecuencia de las alergias era inversamente proporcional al tamaño de sus familias. Strachan sostuvo la hipótesis de que tener hermanos y hermanas mayores y estar expuesto a más microbios impedía la perturbación del sistema inmunitario y las reacciones alérgicas que de ahí se encadenan (51).
ARSENAL DE DEFENSAS
Esta hipótesis ha ganado credibilidad recientemente gracias a los adelantos de la inmunología.
Se sabe que el arsenal de las defensas inmunitarias se halla bajo el control de una red de señales químicas conocidas con el nombre de citocinas.
Algunas citocinas actúan durante las reacciones inmunitarias, en respuesta a la presencia de bacterias y de virus. Otras son parte de un proceso que determina un ataque alérgico.
Algunos elementos, que enseñan que estas dos tendencias se regulan, prueban que un sistema inmunitario sano y equilibrado puede depender de la exposición a cierto tipo de microbios (63 a 67).Sin embargo, no se sabe claramente cuáles son los microbios necesarios para una salud óptima. Según algunos, el mundo desarrollado no está suficientemente expuesto a los organismos que viven de la tierra (68). Para otros, hay que acusar a la perturbación de la flora autóctona corporal (69). Como quiera que sea, parece posible concluir que el mundo desarrollado no tiene los microbios suficientes. No se trata de preconizar un regreso a la peste bubónica, si no la aceptación del hecho de que los microbios constituyen una parte del cuerpo. "No digo que tendríamos que estar más sucios", señala Tore Medtvedt, microbiólogo del Instituto Karolinska de Estocolmo y el mayor experto en flora autóctona, "digo que tendríamos que estar menos ‘higienizados’". Con respecto a esta nueva necesidad de microbios, René Dubos escribió hace 40 años: "El verdadero problema no es la aplicación o la mejora de los procedimientos de control que ya conocemos, sino más bien la búsqueda de un saber cualitativamente diferente". Hoy en día Medtvedt y otros hacen suyo este argumento. Dicen que se está a tiempo de aplazar la guerra contra los microbios en una perspectiva que refleje mejor la ecología de las enfermedades infecciosas (70), (71). Ello no quiere decir que los hombres deberían revolcarse en sus propios excrementos, beber agua contaminada o vivir entre las ratas, las pulgas u otros vectores potenciales de enfermedades, o también que tendríamos que abandonar totalmente las armas de lucha antimicrobiana utilizadas en el curso de este siglo. Pero debemos cesar de aseptizar nuestras casas y mantener un grado de limpieza dentro de lo razonable.
Deberemos practicar un modo de crianza de ganado y técnicas de preservación alimentaria que respeten las realidades ecológicas de un mundo lleno de microbios; deberíamos hacer uso de antibióticos y vacunas sólo cuando se revelen indispensables y, antes que nada, definir de nuevo la infección y las enfermedades infecciosas. "Hay que encontrar los mecanismos que hacen que algunas personas estén enfermas", dice Medtvedt, y "eliminar la enfermedad sin erradicar el virus"….

COMPRENSIÓN MÁS PROFUNDA
Este enfoque necesita una comprensión más profunda del número de componentes corporales que interactúan con el mundo microbiano.
En la realidad, los microbios que viven en los intestinos ni siquiera tienen nombre.
Haríamos mal en creer que tal conocimiento está fuera de nuestro alcance. En efecto, parece que la ciencia moderna ya ha tomado este camino.Citemos a este respecto el interés reciente en la investigación de los probióticos que utilizan bacterias para preservar la salud y tratar la enfermedad.
En un reciente encuentro, organizado por la British Association of Paedriatic Surgeons, científicos japoneses testificaron acerca de la utilización de bacterias vivientes para eliminar las endotoxinas del suero (precursores potenciales de una infección sistémica mortal) en nueve bebés, después de una operación. Estos investigadores sugieren que tal enfoque podría ser más seguro que los antibióticos, porque protege a los pacientes de las infecciones post-operatorias peligrosas (72 a 75). …
MEDICINA ORGÁNICA
Para mostrar hasta dónde se ha podido llegar, se puede citar a Joel Weinstock, profesor de medicina orgánica en la Universidad de Iowa, que el año anterior llevó a cabo un estudio clínico en el cual seis pacientes que padecían de la enfermedad de Crohn fueron tratados con una dosis de gusanos parásitos (77).
En cinco de entre seis casos, la enfermedad desapareció y el sexto vio sus dolores disminuir claramente. Los resultados han conducido a estudios más extendidos; en uno, por ejemplo, una paciente está siendo curada exitosamente con la ayuda de estos gusanos.A pesar de estas victorias, los cazadores de microbios imponen aún su ley. En efecto, una teoría sobre los microbios, de hace cien años, ha dado lugar a una descendencia antimicrobiana impresionante. Junto con los asaltos publicitarios de firmas que vierten en el mercado un abanico vertiginoso de productos antibacterianos; asimismo la industria privada y el medio universitario hacen una guerra sin precedentes contra los microbios.
Dentro del número creciente de programas de vacuna, algunos apuntan a los microbios corporales, no solamente HP sino también S. mutans, C. difficile, S. aureus, S. epidermis y Porphyromonas gingivalis, uno de los microbios que vive en la boca vinculado con una enfermedad bucal específica.Desafortunadamente, la idea de que las enfermedades cardiovasculares y la arteriosclerosis pueden ser causadas por los microbios ha suscitado un fuerte apasionamiento, puesto que significaría que las enfermedades crónicas de la Humanidad estarían causadas por microbios y se revelarían curables.
La lista de los candidatos potenciales es larga: el cáncer, la enfermedad de Alzheimer, la esclerosis múltiple, la sarcoidosis, la enfermedad de la inflamación del intestino, la artritis reumatoide, el lupus, la enfermedad de Kawasaki, la tiroiditis de Hashimoto, la mayor parte de las enfermedades psiquiátricas, la parálisis cerebral, la enfermedad ovárica poliquística, la obesidad y la anorexia (78), todo ello demuestra que la ilusoria teoría microbiana de la enfermedad está aún profundamente arraigada en los espíritus.
La medicina occidental está en un cruce definitivo en cuanto a la salvación de vidas de la enfermedad infecciosa.
El problema de la resistencia a los antibióticos y la emergencia de nuevas amenazas microbianas exigen una réplica, que podría ser la intensificación de la guerra contra los microbios.
Otra será aceptar la realidad: “Ya no vivimos en una burbuja”, dice Stuart Levy, “provenimos de y hemos evolucionado en el mundo bacteriano; deshacerse de las bacterias sería como tratar de deshacerse del mundo”.¨
Extractos seleccionados por Rumifilo, del artículo publicado por The Ecologist y escrito por Garry Hamilton periodista científico independiente. Colabora habitualmente en New Scientist.
Ver enlace sobre seguimiento de acciones y repercusiones de algunas multinacionales